Habla Alia Mamduh: Un año solo sin todos vosotros
«Un año solo sin todos vosotros», Alia Manduh
Texto íntegro en Autodafé, nº 3-4, primavera 2003, Denoël
«Tres agentes de la policía estadounidense me detienen en el aeropuerto de Montreal donde estaba en tránsito para Nueva York. El 19 de mayo de 2001. (...)
»El papel carbón sin usar que me tienden me aspira el oxígeno de los pulmones; soy indigna de consideración y estoy bajo sospecha. A través de mi mano transpiran las faltas que no he cometido, los pecados que nunca soñé perpetrar. (...)
»Chorreo de sudor, como para llenar una botella pequeña. En este momento, mi transpiración es mi maldición y mi vergüenza. Por sí sola redacta informes de mí y pasa revista, en unos segundos, a todos los horrores por los que mi país y todos nosotros hemos pasado. (...) “Tranquilícese y pare el temblor de la mano”. (...) Un inmenso miedo se adueña de mí. Tengo la boca seca, y me late el corazón desbocado, me invade un sentimiento de miseria cálida que me envuelve de los pies a la cabeza. Soy una ciudadana normal.
»Sudo a la gota gorda, y mi turbación envenena la atmósfera. (...)
»“Vamos, señora, la última formalidad”. (...) Tengo que salir mejor que mi verdadera cara, mejor que todo lo que he escrito y todo lo que se ha escrito sobre nosotros y contra nosotros. Es preciso que mi cara, que el hombre gira de derecha a izquierda para la foto, reúna toda la belleza de ayer, de hoy y de mañana, que se adorne de sencillez, que hable tranquilamente de los sueños rotos y traicionados, los de los amigos, la familia, los niños, a cuyos gritos hace oídos sordos el mundo civilizado.
»Una cosa es segura (...): no queremos morir así, con la modestia de la rosa y la tristeza del racimo de uvas que aún no ha sido recogido. No queremos que nos maten por ninguna razón fútil, que arreglaría el universo, ni válida, para que se cambien en oro los urinarios de Tejas. De modo que le meteremos el dedo en el ojo al amo del tiempo diciendo: no queremos que nadie nos enseñe a vendar nuestras heridas.
»A causa de la estupidez, el arcaísmo, la grosería y la arrogancia, la falta de cordura y la pasión por el miedo, el fulgor del sufrimiento y la corriente de tristeza en nuestros corazones, no queremos festivales de duelo por nosotros (...). No queremos vuestro bienestar, vuestra coquetería, vuestra talla, que no mejorará nuestra descendencia primaria y chaparra.
»Y, sobre todo, lo que no queremos es ser fuertes como vosotros, meando por los bordes del universo y carcajeándoos delante de los hombres que exhalan el último suspiro. Queremos revolcarnos en nuestra arena y morir encima como los más hermosos bandidos, los locos, los pícaros y los poetas. Queremos seguir allí, frente a un sol feroz y bueno para poblar la tierra y continuar escribiendo en tablillas.
»Que vivamos un día más, ni muy largo, gracias a nosotros, ni muy corto, gracias a vosotros. Queremos un año, uno solo, sin vosotros, todos vosotros, pues estáis solos. Compartimos con vosotros la ley de la fuerza, tal vez sea esa la razón de vuestra furia, somos parte de la ley universal, el poderoso puede aniquilar el mundo, pero el débil, también».
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